Euforia del Corredor en los Ultimos Kilómetros de la Maratón de Shamrock
Han pasado varias semanas desde que corrí Shamrock Marathon en las playas de Virginia Beach y he recreado muchas veces en mi cabeza cada una de las kilómetros que recorrí. He querido enumerar de manera clara que fue lo que funcionó para haber logrado tan buen resultado. Me gustaría que para las próximas maratones, pudiera repetir lo que hice en esta carrera, ya que algo se hizo muy bien , para romper después de 13 años por 1 minuto y 46 segundos mi mejor marca de maratón.
Ya que el pace de 5:23 de mis primeros 16 km, se ajustaban perfecto con el pacer de 3 horas y 50 minutos decidí arrancar con este grupo. Encontré muy conveniente correr con varias personas. que si corren los 42.2 kms al mismo pace que dos jovenes ‘pacer’, se garantiza acabar la carrera en ese tiempo. Ademas de ser ellos los que determinan la velocidad con que se corre, sirven de motivadores y animadores durante la competencia. El correr con el grupo me permitió desprenderme de los datos de mi reloj. No estuve pendiente a que pace corría o en que kilómetro iba, corriendo confiado que el grupo se movía a la velocidad que necesitaba para mis primeros 16 km.
Cuando el grupo llego al kilómetro 16, debería acelerar y afrontar en solitario los fuertes vientos que llegaban por momentos. Con el grupo era más fácil esconderse del viento moviéndome a la derecha o izquierda. Antes de ejecutar el plan , pensé que era más valioso el escudo y apoyo del grupo sobre la solitaria batalla del plan inicial. Así me mantuve con el grupo hasta el kilómetro 35 pensando varios veces que la posibilidad de romper mi marca personal se alejaba con cada kilómetro, pero me tranquilizaba saber que si continuaba con el grupo, finalizaría en 3h y 50 min, 10 minutos más rápido que mi plan B de carrera (correr abajo de 4 horas).
En el kilómetro 35, los lideres del grupo decidieron disminuir el paso, ya que iban un poco mas rápido de lo planeado. El pacer motivó a quien tuviera fuerza a seguir más rápido y no esperar por el grupo. Así lo hice y comencé los 7.2 kilómetros más felices que alguna vez he corrido.
Apenas abandone el grupo, me puse mi audífonos y comencé a escuchar el playlist que tenia planeado. Intencionalmente comencé a sonreír al estilo del atleta africano Eliud Kipchoge. El sostiene que la risa impuesta, así sea fingida genera sensaciones de placer que ayudan a aliviar el dolor. Comprobé que es cierto. El placer de esas 7.2 km, son el recuerdo más grato de esta carrera. La sonrisa postiza duro menos de un minuto y luego se convirtió en una genuina sonrisa que opacó la fatiga y el dolor.
En las fotos que me tomaron en últimos kilómetros se puede ver la alegría con la que corrí. Hay cansancio y agotamiento, pero son sensaciones pasajeras ante la felicidad de correr los últimos kilómetros de una maratón con energía. Nunca he probado ninguna sustancia psicodélica, o alguna droga estimulante, pero lo que sentí las últimas siete km de la marathon de Virginia, seguramente es lo más cercano a esa sensación. Sentí la música en cada parte de mi cuerpo, mi mirada se enfocaba en el siguiente corredor a pasar. Así pase muchos y recuerdo que solo una persona me sobre paso. Por momentos no sentía dolor o cansancio, solo la abrumadora alegría que mi cuerpo respondía positivamente a la exigencia que lo estaba sometiendo. Cada unas de estos 7 km lo corrí 10 segundos mas rápido que la anterior. Este trance duro hasta el kilómetro 41, cuando un aviso indicaba que solo bastaba un kilómetro para la meta. Allí volví a mirar el reloj, la última vez que lo había chequeado fue en la kilómetro 32. Me sorprendió muy gratamente, ver que el tiempo era de 3 horas y 43 minutos, es decir que el sueño abandonado de romper mi mejor marca reaparecía de la cenizas. Saque aun más energía y corrí el ultimo kilómetro de la maratón, a una pace de 4 min y 52 segundos, mucho más rápido que los 41 km anteriores y que cualquier último kilómetro de todas mis maratones.
La meta que por más de una década había asumido imposible, se concretaba en las playa de Virginia. Antes de cualquier cosa llame a mi familia para compartir la emoción, y fue muy grato saber que estaban pendientes de la carrera y me confirmaron que el tiempo oficial, era en efecto un nuevo Personal Record. Dias después hablando con más calma con Paula, mi hija, me compartió que ella me acompañó las primeras tres millas de la maratón, corriendo los primeros 5k a la misma hora que yo corría la misma distancia en las playas de Virginia.
De regreso a Orlando tuve la grata sorpresa de recibir del grupo de entrenamiento BMT, un reconocimiento al trabajo realizado. Cada semana los entrenadores de BMT, escogen a una persona que de manera positiva influyó en el grupo y que ademas mostró compromiso con su entrenamiento. Dado que era la última sesión de la temporada, no me imaginé que el premio llamado ‘Dig Deep’ o ‘Gran Hazaña’ lo fueran a entregar y muchos menos a mi. Fue muy satisfactorio saber que hay gente que nota y aprecia el gran esfuerzo que hice para preparar y correr Shamrock Marathon.La maratón de Virginia Beach va a quedar en mi memoria como la mejor carrera hasta el momento. Todo salió perfecto; entrené de la mejor manera, el clima colaboró y los vientos que parecían muy fuertes me ayudaron a tomar mejores decisiones. Mis piernas respondieron sin flaquear y los últimos 7.2 kilómetros las atesoraré como lo más parecido al runner high o ‘Euforia del corredor’.
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